
Al llegar a cualquier lado, conocido o no, todos sacan sus cámaras del mismo modo que un ejercito en practicas desenfundarían sus armas. Todos al mismo tiempo cogen la cámara se la llevan con cierta habilidad a la altura de su cara y disparan sin pensar.
De esta ceguera por la imagen nacen instantáneas del tipo, fotografía dentro de la fotografía. Después de tomar fotos de cualquier punto del que se encuentran, sea el rio, el pez que nada en él, la iglesia que tienen detrás, la maravillosa naturaleza que los rodea… tienen, porque no.. fotografiarse ellos mismos .
Esta actitud no se aleja a de los grandes artistas de la talla de Velázquez entre otros, pero hoy se me ha pasado él por la cabeza y su obra archiconocida de las Meninas. En esta obra el artista español añade una obra dentro de la obra. Por una parte el pintor se dibuja a el mismo dibujando una obra que seria protagonizada por Felipe IV y a su mujer, pero a la vez se pueden observar algunas obras de colgadas en la habitación. Y si podríamos pasarnos horas y horas captando mil y tantas imágenes ya vistas y que al paso de los años podemos ir amontonando
Sin ir más allá pues, podríamos decir que, todo aquello que vemos, aquello que pintamos, que fotografiamos, no deja de acumularse dentro de una cajita y ésta dentro de otra y así hasta muchas de ellas, convirtiéndose esto en una enorme e imaginaria muñequita rusa.
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