Aquel sabor amargo que tiene, viajero, pequeño, geométrico, acompañante de noticias, de lloros, de sonrisas, de alegrías, de felicidad, de tristezas. No es un acertijo ni nada por el estilo, sino que a quien intento describir es al sello, esta pequeña pegatina que por una razón que desconozco siempre acaba situándose a la parte derecha de arriba de los sobres.
Me pregunto si en de aquí 10 años éstos aun seguirán en marcha.. si aún habrán postales de amor, felicitaciones de cumpleaños, de bodas… en los estancos.. me preguntaré si los buzones que hay en las calles no pasaran a ser simples decorados de las ciudades, como ya lo son la mayoría de las cabinas telefónicas. Pero ellas, no son las únicas partícipes del decorado urbano, sino que hay millones de cosas que forman parte del museo de la calle, como por ejemplo y sin ir más lejos, el nombre de la vía, titulo que quiere recordar a algo o a alguien, a una lucha, a una victoria.
Y es a partir ya de este nombre, que todo lo demás, todo aquello que esta en esa calle forman parte de ella, de su historia, leyendas, memoria :Las pintadas de la pared, la tienda centenaria de la esquina, el bar de toda la vida, las relatas que has vivido en el café de al lado.. y todo esto multiplicado por mil. De la nada, de la semilla más insignificante, nacen millones de árboles, y de estos, una multitud de ramas, unas más grandes, otras más pequeñas.
Y de igual modo o semejante, le pasa al carrito, al carro, al coche de un cartero. ¿Cuántas historias habrán paseado momentáneamente por sus manos? Un número infinito, seguro. Y esto es una cosa que hoy en día se está perdiendo. Ahora el fenómeno tan grande de las comunicaciones, de internet y demás, está avasallando, derrumbando el negocio del papel y en este caso de las cartas. Se terminan las horas en el pupitre de casa escribiendo y dibujando en una carta para mandársela a tu amigo en días de verano, se termina esa ilusión inmensa en recibir una carta de esa persona tan querida y que hacía tiempo que no sabías sobre ella, se terminan esas postales de viaje, se terminan las típicas cartas que olían a flores. Y se da lugar, ya hace tiempo, al fenómeno de internet, al correo electrónico, a las felicitaciones por internet, a las redes sociales.. pero todas ellas sin tinta, ni tacto, ni olor.
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