"En el mismo instante en que ese sorbo de té mezclado con sabor a pastel tocó mi paladar... el recuerdo se hizo presente... Era el mismo sabor de aquella magdalena que mi tía me daba los sábados por la mañana. Tan pronto como reconocí los sabores de aquella magdalena... apareció la casa gris y su fachada, y con la casa la ciudad, la plaza a la que se me enviaba antes del mediodía, las calles..." (Extracto. Proust. El mundo perdido)
La magdalena de Proust,
esa muestra de los estímulos. Algo que te recuerda algo. Al verlo, al olerlo,
al tocarlo, al sentirlo. Se despliegan dentro de uno mismo algo especial. Se han
puesto en marcha los recuerdos, las sensaciones de aquel momento, de aquel día,
aquellas horas.
La magdalena de Proust
pues, no se aleja demasiado al árbol de esa chica, ese lugar que al verlo, que
al volver a tocarlo algo dentro de ella se le remueve. Salen
de las entrañas de sus recuerdos momentos, imágenes escondidas y pensaba que,
olvidadas.
Es entonces que:
Una plaza
cualquiera, una librería, un restaurante, un café, un sillón.... Lugares, objetos,
colores, texturas, olores, llegan a ser, a veces el lugar, el sofá, el café.
Aquel determinante indefinido pasa, sin saber porque, a ser un determinante
definido, con puntos, señales, recuerdos, historias inimaginables.
Ese árbol, aquella
rama, dejó de ser simplemente un objeto en medio de una plaza, y a partir de un
día fue el árbol, su árbol. Aquel árbol donde apoyada, mirando el correo en el
móvil, escuchando música, le vio, le escuchó la voz por primera vez y le vio
sonreír.
Hoy ese árbol, ha
dejado de ser uno cualquiera, ha dejado de ser un árbol para ser el árbol. Para
ser el sitio donde empezó aquella historia.
Ahora, años después, al ver ese árbol de nuevo, ese árbol actúa como la magdalena de Proust actuó en su día. És, pues, un estimulo que hace que se disparen sensaciones, recuerdos.
La mirada de ese objeto, de tonalidades marrones, hojas verdes, amarillentas, su olor a mojado los días de lluvia, su textura rugosa.. le hizo revivir historias del pasado, imágenes escondidas, almacenadas, aquellas que pensaba haber olvidado.
La mirada de ese objeto, de tonalidades marrones, hojas verdes, amarillentas, su olor a mojado los días de lluvia, su textura rugosa.. le hizo revivir historias del pasado, imágenes escondidas, almacenadas, aquellas que pensaba haber olvidado.
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